domingo, 8 de febrero de 2009

Narciso Perozo. Improvisador Cabimense

Sus décimas hablan de la historia de esta ciudad. Es el personaje más conocido de la Cabimas pre petrolera. Neguito Borjas y Betulio Medina lo inmortalizaron con la Gaita en su honor. Terminó consumido por la bebida.

A finales de 1800, cuando los cabimeros tenían sus casas frente al Lago de Maracaibo y la décima coplera era la expresión de la cultura de la costa, vivió Narciso Perozo, el repentista más famoso de toda la ribera nororiental.

Hijo de los primos hermanos Felix Perozo y Ceveriana Perozo, fue navegante, carretero, pescador y peón maderero, oficios que realizaban los lugareños antes la aparición del petróleo.

Pero en su caso, sigue siendo recordado por sus décimas, que ofrecía a viva voz mientras pescaba en el Puerto de Las Yayas, atravesaba el Lago en su cayuco, o caminaba por la Cabimas aldeana.

“Dicen que era de poca estatura, de voz atiplada, que dio la espalda al trepidar bullanguero de las máquinas petroleras, porque según él, éstas le venían a arrebatar sus coplas y le iban a contaminar su Lago”, refiere el difunto historiador Humberto Ochoa, en su libro “Estampas de Cabimas”.

Así, “Narciso se convirtió en el primer ecologista de la Costa Oriental del Lago (COL). Siempre quiso ver el manto de agua cristalino y bordeado de cocoteros, por eso combatió las empresas trasnacionales”, comenta Israel Vicuña, investigador del Centro Histórico de esta ciudad.

No obstante, terminó enfilado en la nómina petrolera como “guachimán” del célebre pozo Barroso 2. “El petróleo lo arrastró a su designio fatal, el aguardiente”, refiere Jesús Prieto Soto.

ANECDOTAS

Ochoa lo describe como un ser irónico, que expresa sus opiniones a través de sus versos, a sabiendas de la molestia que podía crear, y cita este ejemplo:

En los tiempos en que prevalecía la moral, una joven de respetada familia tuvo su historia con un comerciante, y contaban que un feto suyo apareció botado por el viejo cementerio. Un día la mujer osó burlarse de Narciso, y éste en plena calle le dijo:

“Un tigre en una montaña es un animal feroz pero yo creo que vos sois mas fiera por tu hazaña; por andar con tus patrañas, cruzaste el mal camino, tiraste a un basurero a un hijo de tus entrañas, si seguís con esa maña el demonio es tu heredero....”

Pero sus versos también afloraban de los pormenores de la vida cotidiana, en tiempos en que las personas sacudían el tedio provocado por la distancia con alegres ocurrencias, dice el historiador Prieto Soto en “Mestizaje y Cultura”.

También demostró tener su lado romántico y religioso, por eso le dedicaba versos a su mujer, María del Carmen Estrada, al acompañarlo en sus canoa costanera, y le cantaba a su patrona, Nuestra Señora del Rosario:

“Consuela nuestros pesares y danos agua y salud, reina de nuestros altares que vistes a tu hijo en la cruz”.

EL ÚLTIMO ADIOS

Gracias a la Gaita que Neguito Borjas escribió en su honor, interpretada por Betulio Medina, Narciso Perozo es el personaje más conocido de la Cabimas del siglo XIX, a lo mejor porque también vivió las primeras décadas del siglo XX.

Por eso se lo recuerda como un hombre que bien fue visto “canaleteando” su cayuco orgulloso, cargando agua, o entre mechurrio y mechurrio.

En su peregrinar cotidiano, el repentista, refranero y pescador maravilloso, descrito por Borjas, huyendo del ruido de la industria petrolera, un día decidió partir, y cuando se iba le preguntaron:

¿Narciso cuando volvéis?, y él respondió: “Cuando oiga que no suenen esos pitos del carrizo podéis decir que no penan ya los huesos de Narciso....”

TRISTE FINAL

Coinciden Prieto Soto y Ochoa en que Narciso Perozo vivió sus últimos días como vagabundo.

“Con morocotas en sus bolsillos, personificó al nativo arrastrado por la euforia petrolera mundana. Y como alma vaga, se convierte en versucio aguardentoso”, expone Prieto Soto.

“Este vagabundo pasó muchas dificultades por la forma de vida que llevó, tuvo dos hijos de los que nunca vio, Concha Castro y Blas Perozo. Esto dio motivos para que en épocas de dificultades improvisara esta décima: “Siempre estoy desnudo en cueros sin segundos calzoncillos, con tacos en los fondillos, sin calzado y sin sombrero; entra y sale el nuevo enero, y siempre “zarrapastroso”, dirán que vivo de ocioso o el vicio me quebranta, pero esta carga no la aguanta ni el mismo Dios poderoso”.

Basalo Oraida. Panorama 04-01-03
domingo, 04 de noviembre de 2007