viernes, 5 de agosto de 2016

LA LLORANTÍNA DE PINGÜINO EN EL DIA DE LAS MADRES



Uno de los muchos personajes que hicieron vida en Cabimas en los años 50 y 60 y que repercutiera mas por su forma de ser y vestir, fue sin duda alguna Germán Dúno, mejor conocido como pingüino. 

Sobre él hay muchísimas anécdotas que son del conocimiento de los lectores de este portal, pero hay una que en particular es poco conocida. Antes me voy a permitir aclarar algunos aspectos que identificaron a este personaje, a fin de tener una idea mas clara sobre él. 

Pingüino era de muy baja estatura, de contextura delgada, de piel morena oscura, de labios finos, cabello negro y crespo, de pómulos pronunciados con ojos pequeños y achinados. Todos esos rasgos probablemente se correspondían con la etnia indígena que habitaba el estado Falcón, en una clara mezcla de descendencia africana. 

Era evidente un claro retardo mental a juzgar por todo cuanto hacia. Otras características que identificaban a este personaje era la forma afable de su trato, pues era un hombre amable y muy cordial, por lo que se había ganado el aprecio de la gente. 

No hubo una persona que pusiera una denuncia, al sentirse estafado al comprarle una fracción de la lotería ya vencida, “el que cayo, cayo” decía el pequeño hombrecito.


Muchos se preguntaran la razón por la que lo habían apodaron pingüino, y era que al caminar sus pies quedaban en la misma posición de las aletas de los pingüinos y como tal caminaba. 

Siempre vestía de flux y corbata y como su estatura era pequeña los trajes le quedaban demasiado grandes. Otra característica, era que al estar parado se sentía como al estar inclinado hacia atrás. Era probable que Pingüino llegara desde el estado Falcón con los primeros inmigrantes que llegaron a Cabimas atraídos por el auge petrolero. 

Siempre se le veía en los velorios, y era que en ese entonces la ciudad no era tan grande y la noticia de un velorio corría como pólvora, razón por la cual nuestro personaje aprovechaba para lograr comer algo de gratis. 

Yo nací y viví por el casco central de Cabimas y de joven trabaje en pasaje sorocaima (antiguo centro comercial del casco central) y veía a pingüino casi a diario y jamás lo vi borracho, pero no descarto que en algunos velorios donde él asistía le brindaran licor y el gustoso se excediera.

Un hecho que pocos conocían de pingüino, era que cada año en el días de las madres visitaba la tumba de su madre en el cementerio que estaba ubicado detrás de la estación de servicio Texaco, donde hoy día esta un edificio nuevo en calidad de abandono. 

Aquella visita resultaba ya conocida por quienes también concurrían al cementerio en esa ocasión. Contaban las personas que solían verlo en esa entonces, que al estar frente a la tumba de su madre colocaba un ramo de flores y tan pronto como le pedía la bendición, empezaba con una letanía de reclamos que rayaba en el insulto. 

Según contaron los testigos, pingüino le decía “Hay hay mi madrecita, porque C…. me dejaste solo, no vez no joda, que lo que estoy es pasando hambre, CDM, porque te viniste a morir, ahora no tengo quien me atienda ni haga nada por mi. Esas y otras palabrotas las profería en medio de un copioso llanto que hacia en vos alta, por lo que enseguida se amotinaban algunos curiosos para presenciar aquel espectáculo que contrastaba con la forma de ser de Pingüino y que se prolongaba por un buen rato.


MEMORIAS DEL PASADO
Relatos históricos de Cabimas.
Nestor Luis Perez Borjas.