Uno de los muchos personajes que hicieron vida en Cabimas en los años 50 y 60 y que repercutiera mas por su forma de ser y vestir, fue sin duda alguna Germán Dúno, mejor conocido como pingüino.
Sobre él hay muchísimas anécdotas que son del conocimiento de los lectores de este portal, pero hay una que en particular es poco conocida. Antes me voy a permitir aclarar algunos aspectos que identificaron a este personaje, a fin de tener una idea mas clara sobre él.
Pingüino era de muy baja estatura, de contextura delgada, de piel morena oscura, de labios finos, cabello negro y crespo, de pómulos pronunciados con ojos pequeños y achinados. Todos esos rasgos probablemente se correspondían con la etnia indígena que habitaba el estado Falcón, en una clara mezcla de descendencia africana.
Era evidente un claro retardo mental a juzgar por todo cuanto hacia. Otras características que identificaban a este personaje era la forma afable de su trato, pues era un hombre amable y muy cordial, por lo que se había ganado el aprecio de la gente.
No hubo una persona que pusiera una denuncia, al sentirse estafado al comprarle una fracción de la lotería ya vencida, “el que cayo, cayo” decía el pequeño hombrecito.
Siempre se le veía en los velorios, y era que en ese entonces la ciudad no era tan grande y la noticia de un velorio corría como pólvora, razón por la cual nuestro personaje aprovechaba para lograr comer algo de gratis.
Un hecho que pocos conocían de pingüino, era que cada año en el días de las madres visitaba la tumba de su madre en el cementerio que estaba ubicado detrás de la estación de servicio Texaco, donde hoy día esta un edificio nuevo en calidad de abandono.
Relatos históricos de Cabimas.