viernes, 14 de abril de 2017

EL BURRO QUE HABLÓ EN SEMANA SANTA.

En una oportunidad le ocurrió algo insólito a Marcelino el agüero, un personaje popular de Cabimas que solía vender agua potable en una carreta tirada por un burro, la cual repartía a domicilio en los distintos sectores de Cabimas.

Este personaje en los años 60 y 70, se hizo célebre al ser mencionado en la gaita Punta Icotea del conocido gaitero y compositor Abdenago "Neguito" Borjas. 

En aquellos días, la tradición y costumbre que más se guardaba, en tiempos de cuaresma, era la de la semana santa.

En ese entonces la comunidad creyente de la religión católica, guardaban cierta compostura espiritual que estaba relacionada con el luto de la muerte y resurrección de Cristo. La fe y tradición de entonces se extendía hacia las emisoras de radio que solamente transmitían música sacra o de viento. Algunas mujeres se vestían de luto y mantenían una actitud de silencio y abstinencia sexual por considerar tal osadía como un gran pecado y para demostrarle a Jesús Cristo, solidaridad con su padecer.

En esos días las personas no trabajaban, salvo los negocios de comida y el comercio que vendía trajes de baños y otros enceres para los bañistas que preferían marcharse hacia la playa. 

La ciudad entera asistía masivamente a la procesión del santo sepulcro que salía de la catedral de Cabimas y en su largo recorrido por la ciudad llegaba hasta a la plaza el León De Ambrosio con una letanía compuesta por las 7 palabras, a cargo del fallecido padre Sandoval, para lo cual utilizaba un megáfono.

El día más crucial y de mayor importancia y respeto era el jueves santo, pues las personas estaban convencidas de que la faena laboral y otras actividades, significaba un gran irrespeto a la pasión de Jesús, por eso preferían quedarse en sus casas para rendirle culto y veneración, mientras escuchaban la pasión de Jesús por la radio. 

Aquel jueves santo, Marcelino el agüero, pasó por una de las muchas calles aledañas al casco central de Cabimas y quienes lo vieron se persignaron al verlo irrespetar con su actitud aquel día sagrado. Muchas personas de entonces eran inclinadas a la superstición y manifestaban su opinión sobre el castigo que le aguardaba a los que osaran no guardar esos días santos. 

Marcelino estacionó su carreta donde transportaba el agua frente a un terreno abandonado que nosotros llamábamos las bases, donde la CREOLE (Transnacional petrolera) había realizado años atrás extracción de petróleo. El momento era preciso para que el animal descansara. 

Un sujeto que se encontraba en ese terreno, se le ocurrió darle un escarmiento, y sin que Marcelino lo viera, se fue por la parte de atrás de la carreta y se acostó en el pavimento y se ubicó debajo del agotado animal. Estando allí, aguardó el momento preciso, ya que Marcelino apuraba un trago de agua, al tiempo que secaba su rostro con un pequeño pañito. Cuando el elemento lo creyó conveniente fingió la voz y goleándola o poniéndola bastante grave, hizo parecer como que se trataba del burro y dijo; - MARCELINO HEREJE, DIOS TE VA A CASTIGAR POR PONERME A TRABAJAR HOY JUEVES SANTO.

Cuando Marcelino escuchó aquella voz se sorprendió y enseguida comenzó a mirar hacia todas partes, y al no ver a nadie se bajó con la velocidad del rayo de la carreta y emprendió velos huida como alma que lleva el diablo. Contaron quienes lo vieron, que fue a dar por las inmediaciones de la escuela técnica y que cuando por fin paró de correr, dijo todo consternado y con profunda vehemencia que el burro le había hablado.

MEMORIAS DEL PASADO
Relatos históricos de Cabimas.
EL BURRO QUE HABLÓ EN SEMANA SANTA.