Por allá por 1960 se instalaron en Cabimas, en las calles más concurridas una serie de aparatos mecánicos llamados “parquímetros” con la finalidad de recolectar dinero de los usuarios a cambio de permitirle estacionar por un tiempo determinado en un lugar específico de la vía pública.
Fue un artificio que utilizo El Concejo Municipal del Distrito Bolívar Presidido en ese momento por el Br. German Ríos Linares (1959-1965), como una herramienta para hacer valer unas nuevas normas de estacionamiento en las vías que tenían mas locales comerciales y a la vez obtener dinero por ello. Era una forma de impedir que los sitios permitidos para estacionar, que era la orilla de la carretera y que era la vía comercial por excelencia, fuesen ocupados por los trabajadores y dueños de locales comerciales que tenían por costumbre estacionar su vehiculo todo el día quitándole la opción a clientes potenciales y a otros usuarios.
De esta manera se pretendía lograr un equilibrio y permitir que mas usuarios utilizaran el mismo espacio. Existiría de esa forma una rotación de vehículos con respecto a ese espacio.
La idea era que “rentabas” el espacio por un tiempo determinado, el tiempo que estimabas tardar en lo que ibas a realizar, introducías una moneda del sistema de monedas en uso para la época, le dabas a la perilla hacia la derecha para accionar el sistema de relojería mecánico y allí empezaba el descuento del tiempo que estaba predeterminado por el Concejo Municipal. Cuando retornabas al vehiculo, si estabas dentro del tiempo permitido te retirabas sin ningún inconveniente, pero si habías tardado mas que el tiempo “reservado” por el parquímetro tenias que introducir otra moneda para compensar el tiempo que no fue “medido” y que de alguna manera le estabas debiendo al municipio.
Al poco tiempo de finalizada la instalación de los parquímetros empezaron también las dificultades con los aparatos. El vandalismo por un lado, dañándolos, introduciéndole monedas falsas, rompiéndoles el visor que era plástico, etc. Y por el otro lado la viveza criolla que no vio con buenos ojos esta instalación y muchas veces se estacionaba pero no introducían ninguna moneda en el parquímetro.
Por otro lado, como estos aparatos eran importados de los Estados Unidos, no se contaba en la ciudad con personal ni repuestos para las respectivas reparaciones que se presentaban día a día.
Lo costos de instalación fueron altos pues se debía contar con personal para “sembrar” un poste en la acera como de 1,20 mts. de alto y en su parte superior colocar el parquímetro propiamente. Y también tener personal de recolección y de vigilancia para hacer cumplir las normas.
Para mediados del año 1960 ya la municipalidad se había olvidado de los parquímetros por que el uso práctico resulto muy frustrante y no se lograron los resaltados esperados en la planificación de la instalación.
Ya para Enero de 1961 toda esta cantidad de equipos estaban fuera de servicio pues con el tiempo uno a uno fueron quedando inservibles y lo primero que desapareció fueron los parquímetros, quedando solamente los tubos enterrados que luego se convirtieron en un obstáculo para la libre circulación de las personas por las aceras pues los vándalos los doblaron, obstaculizando así el libre transito y de verdad que era una verdadera odisea caminar por las aceras sin llevarse por delante uno de estos tubos.
Nelson Marcano Urribarri