jueves, 29 de octubre de 2015

CORTE BARATO SEÑORA, LLEGÓ EL TURQUITO VENDEDORES AMBULANTES.

En la temporada de los años 50, 60 y 70, fue una época donde las principales calles y barriadas de Cabimas eran recorridas por vendedores ambulantes que se dedicaban al comercio informal y artesanal. Muchos de ellos iban de casa en casa gritando a viva vos para vender su mercancía. 

Había un llamado muy característico que hacia que las mujeres dejaran sus oficios para atender a un vendedor que decía “corte barato señora” Se trataba de inmigrantes de origen sirio y libanés que habían llegado a este país, atraídos por la excelente economía de nuestro país, que llegó incluso a tener la moneda mas fuerte del mundo y la leyenda del dorado, una supuesta ciudad de oro, cuya fama tuvo origen en la ciudad de coro. Las mujeres llamaban cariñosamente a esos vendedores turquito, quienes dejaban su mercancía a crédito. 

Recuerdo que había un señor de origen extranjero, que gritaba “sueldo olletas” pero que en su lengua y acento se le escuchaba decir “solduyet”. Ese señor reparaba ollas perforadas, colocándoles un remiendo de metal que luego fijaba con un rudimentario calentador que trabajaba con carburo.

Un hombre de color bastante alto, proveniente de la ciudad de Coro, caminaba por las calles, sosteniendo en cada mano un recipiente grande con viseras de res gritando “la chinchurria y el mondongo”. También vendía morcilla, un embutido artesanal elaborado con sangre de res y especias y que entonces tenía mucha demanda. (A este lo llamaban "El mondonguero")

Los llamados perfumeros se presentaban con un maletín para ofrecer mentol Davis y cualquier cantidad de ungüentos y el muy famoso linimento para las torceduras y dolores musculares. Un señor de contextura gorda, a quien llamaban chinco, recorría las calles vendiendo escobas y rastrillos elaborados con palma de coco y unas espigas de un corocillo resistente.

Varios fotógrafos ofrecían la fotíco para el mini visor tipo llavero, que se podía ver apuntándolo a la claridad.

 La venta de perro caliente hizo su debut en los años 60 en unos carritos fabricados para ese propósito.

Los pregoneros voceaban el periódico y no faltaba quienes vendieran arepa pelada, empanadas, pastelitos, bollitos pelones, huevo cocido y otras delicias.

Varios italianos también vendían su producto. Desde guarapo de limón con panela, turrón de ajonjolí, cepillado de esencias y frutas, cotufas, y reparación de calzados a domicilio.

La gran mayoría de estos comerciantes comenzaron desde abajo y lograron hacer fortuna con arduo trabajo. Los agüeros vendían agua potable en latas y morroco la tradicional leche recién ordeñada a primera hora en la mañana. 

Otros vendían billetes de lotería, entre la que se contaba con los famosos animalitos, un sorteo que se basaba en figuras de animales. También recorría la ciudad los chicheros, los que vendían horchata, café, fororo, avena y cualquier bebida refrescante.

 En esos años fue ampliamente conocido un señor de baja estatura que diariamente recorría más de un kilómetro para vender toda clase de bebidas calientes y que la gente cariñosamente llamaba el Bolon. Este abnegado señor levantó a su familia con tan arduo trabajo. Varios vendedores de frutas y hortalizas recorrían las calles para ofrecer su mercancía, otros vendían utensilios de cocina y algunos plásticos.

Habian vendedores que se colocaban un azafate que colgaba de su cuello y podía llevar una gran variedad de mercancía como si fuera un mini bazar. De esa actividad se dio a conocer al señor Jesús Aténcio, padre del Luis Aténcio, quien montara después la tienda conocida como El Cañadero.

No hay que olvidar a los vendedores de las afueras de los cines, entre ellos a la conocida Anita la manicera. Otros tenían un carrito con cigarrillos, golosinas y toda clase de dulces caseros. La actividad por la comida artesanal dio origen después a la calle del hambre.

Tradicionalmente estos pueblos han tenido una profunda vocación por el libre mercado, una manifestación que seguimos viendo en las ferias y en la celebración de la fiesta de San Benito entre otras.
Foto de Nestor Luis Perez Borjas.

MEMORIAS DEL PASADO
Relatos históricos de Cabimas.

Nestor Luis Perez Borjas